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Bienvenidos 8D

Las historias que subo al blog son inventadas y escritas por mí.
Si existe alguna coincidencia con otras historias, es pura casualidad.
Espero que les gusten.
Comentad por favor.

2009/11/08

Pierrot (Cap 3)

Bailarina enmascarada, bailarina en la Luna


_¿Capa con capucha?
_Sí, señorita Agnes.
_¿Guantes negros?
_Sí, señorita Agnes.
_¿Mapa?
_Sí, señorita Agnes.
_¡AARGH! ¡Deja de llamarme señorita, An! Me pones de los nervios. Hoy es un día MUY, en mayúsculas, importante. Tengo que estar calmada. _Inspira. Expira.
_Perdón seño-… Digo… Agnes.
_Vale… ¡Sólo falta lo más importante! _Señalé la máscara que había en el tocador, máscara que había comprado a escondidas de mi padrastro, máscara que para él era algo inútil, máscara que no me serviría en un futuro… _¡Mi máscara de Pierrot! _No pude evitar hacer una sonrisa traviesa.
La madrugada del sexto día de mayo tenía que ser perfecta. Perfecta para mi primer atraco. Una noche que sería recordada por muchos de los habitantes de Venecia.
_Aquí tiene, Agnes. _An me entregó con cuidado la máscara del tocador_ Ya lo tiene todo. _Me miró de arriba abajo para convencerse a sí mismo. A continuación, cogió la alabarda que había apoyada en una esquina de la pared de mi habitación y me la entregó. _Estás lis-…
_Lista, ¡no! _Le interrumpí _¿Está Azabache preparada?
_Sí, Agnes.
_Vale, entonces puedes decirlo.
_Sí… _Hizo un suspiro de desesperación. _Estás lista…
Le sonreí y me dirigí hacia la ventana. La abrí y lancé la cuerda que An había cogido de las golfas. Bajé por ella sigilosamente. Mi primera misión era no hacer ruido para no despertar a los guardias. An les había dejado preparado una bebida con somnífero. Pase entre los arbustos y cuando perdí de vista a los guardias aceleré el pasó y me dirigí al establo rápidamente. Estaba a un lado del jardín trasero y tenía dos entradas, una que daba al prado vallado y la otra por el jardín trasero. La puerta estaba abierta, An lo dejó todo preparado, es el mayordomo ideal. Me acerqué a Azabache, que si os habréis dado cuenta es mi preciada yegua. Me la regalaron cuando tenía 10 años. Me quité el guante y le acerqué mi mano para que me reconociera. Como era oscuro y además llevaba la capucha y la máscara puestas, se asustó un poco. Me volví a poner el guante, le abrí las puertas y le cogí las riendas para acompañarla. Me dirigí a la puerta del patio trasero. El prado está vallado y no quiero arriesgarme y saltar la valla, es peligroso para Azabache. La puerta no estaba candada, An (como siempre) se encargó de dejármela abierta. La puerta chirrió un poco, estaba algo oxidada y era una lástima porque era de hierro forjado, muy bonita y decorativa y debió de ser caro. Era normal encontrarse con puertas así en grandes casas. Y eso me daba rabia. Malditos ricos burgueses malgastadores.
Salí de la casa, y fui caminando un rato más hasta el sendero que más adelante se cruzaba con el camino principal que llevaba al pueblo. Arranqué unas ramas de algún arbusto cercano para borrar las huellas y las lancé lejos del sendero para que no fueran vistas.
Una vez alejada de la casa me monté en Azabache y fui al galope hasta el pueblo.
Pensaréis porqué voy a robar algo. No soy pobre, ya os habréis dado cuenta. Voy a robar sólo para fastidiar un poco a los nobles y a la alta burguesía, y también para fastidiar a Carlo, no lo soporto, mejor dicho, lo odio.
Os contare algo de mi pasado… ese hombre, Carlo, es mi padrastro… su esposa, Elisa, a la que apreciaba mucho, no podía tener descendencia… y mi padrastro histérico buscó una familia con hijos que estuviera en decadencia… yo en ése entonces tenía cinco años. No recuerdo mucho así que no se mucho de mi verdadera familia… sólo se que me vendieron por dinero… no se si estaban alegres o no… pero gracias a él pudieron salir del aprieto. Al principio mi padrastro me quería mucho… aunque no fuera su hija de sangre. Pero después de un tiempo… cuando yo tenía ocho años, consiguieron descendencia. Yo estaba feliz porque tendría un hermano menor. El doctor pensaba que sería niña, como yo, pero se equivocó. Era un varón, razón por la que mi padrastro le prestaba mucha atención. Estaba tan celosa de mi hermanastro qué empecé a comportarme cómo una estúpida… y como trofeo conseguí que me echaran de la casa principal y me enviaran sola a esta casa cerca de Venecia. Desde entonces vivo sola con los criados… Algunos son fieles a mi padrastro, otros, fueron enviados por mi madre. Nunca le llamo madrastra porque a ella le aprecio mucho, pese a que tuviera celos del chico, madre y él siempre fueron bondadosos conmigo, aunque creo que Andrea (mi hermanastro pequeño) no sabe que soy adoptada y no somos hermanos de sangre. Fui una estúpida al comportarme así. Poco después supe que se fueron a las Américas a ganarse mejor la vida. Y yo aquí, sola, acompañada de An y Azabache… Aunque de vez en cuando recibo cartas de Andrea y mi madre. Como ahora estoy sola… tomo el título y el nombre de Andrea para ir a las fiestas de la nobleza y la burguesía… resumen… me disfrazo de hombre… pero eso ya es otro tema… estamos a punto de llegar al pueblo más cercano de Venecia… Tengo que coger una barca e ir…
Antes de llegar, me desmonté de Azabache y la dejé descansar en un campo cercano al pueblo… ella era muy obediente… así que se quedaría en ese prado hasta mi regreso. Antes de irme saqué una sábana de la pequeña bolsa que llevaba en la cadera y se la puse por encima, tenía un hueco para la cabeza, luego le puse un pequeño gorro adaptad a su cabeza. Tanto la sábana como el sombrero eran de color café, era para ocultar su color original en el caso de que fuera descubierta. Además al regreso, si soy perseguida ocultaré su verdadero color. Ambas íbamos enmascaradas. Me fui.
Llegué al pueblo por el camino principal, la calle estaba vacía a excepción de algún mendigo borracho que vagaba sin rumbo fijo, demasiado borracho para identificarme, seguramente me vería como alguna ilusión. Igualmente preferí tomar precauciones, me fui por los callejones estrechos y en uno de ellos subí por unas cajas de madera a un tejado cercano. El edificio era bajo y los árboles cercanos cubrían mi silueta. Fui de tejado en tejado como un ágil gato. Me fui hasta el puerto y allí empezaba lo peligroso. Tenía que tener cuidado de no mojarme. Las barcas que había no me servían, estuve pensando por el camino, si cojo una barca y no llego a tiempo antes de que los pescadores despierten para comenzar su jornada laboral, se darán cuenta de que falta una barca. Tuve que haberlo pensado antes, podría ir nadando, un verdadero suicidio, el agua todavía está fría en Mayo, pero entonces se me ocurrió una idea, aunque sería peligroso a la vuelta, pero eso ya lo pensaría después. Ir de poste en poste saltando.
Entre los grandes canales de Venecia hay unos postes de madera con un pequeño farolillo que ilumina los canales, como si fueran las farolas de una calle acuática. Y todos ellos estaban unidos por una gruesa y fuerte cuerda. Me acerqué al muelle y comprobé el estado de esa cuerda. Parecía resistente a mi peso. Podía probarlo, aunque si me caía al agua por más fría que estuviera tendría que ir mojada.
Era el momento de probar mis habilidades como equilibrista. Tengo algunos amigos que se ganan la vida como artistas ambulantes y me enseñaron. Gracias a ellos perdí el vértigo y podía moverme por los tejados sin problemas. Usé mi alabarda como vara para intentar no perder el equilibrio. Me subí a la cuerda. Al principio me costó un poco mantener el equilibrio, pero la cuestión era acostumbrarse y listo. Todavía tenía tiempo de sobras, el reloj del pueblo marcaban las doce y media de la noche. Al principio fui lenta pero después empecé a acelerar el ritmo. Al cabo de un rato fui corriendo. Tenía un buen cacho por delante. Parecía un fantasma flotando por el agua entre los farolillos. De vez en cuando me paraba en un poste a descansar. Apoyada en el poste y con las piernas colgando a cada lado de la cuerda.
Llegué al otro lado del canal. A la isla principal de Venecia. Había barcas amarradas en los bordes de los canales principales. También había un par de barcos de vapor. Y todo lo demás eran góndolas. Las había lujosas y grandes, y simples y pequeñas.
Primero de todo, tenía que dirigirme a la plaza de San Marcos. Estaba a unos metros de cruzar el puente de un pequeño canal. Muchas veces había ido a Venecia, tenía amigos allí y me conocía los callejones que más de una vez me ayudarán a salvarme de los guardias. Mirando hacia la plaza San Marcos encima del puente, giré la cabeza y miré a mi derecha. Siempre que paso por ahí hago un suspiro dirigido a Ponte dei Sospiri, como indica su nombre, puente de los suspiros. Es un puente muy bonito, en cambio tuvo una historia algo triste. El puente une el Palazzio Ducale con la prisión de la inquisición, cruzando el Rio di Palazzo, debe su nombre a que muchos de los prisioneros veían por última vez el mar y el cielo desde las pequeñas ventanas y suspiraban entristecidos. Quién sabe, si algún día me atrapan como ladrona pasaré por él.
Desvié mi mirada, volví en mí. Era peligroso cruzar la plaza en medio de la noche, los guardias podrían verme, sería un blanco fácil. Tenía que moverme por los tejados. Así pues, saqué una cuerda con gancho de la bolsa en mi cadera. La lancé por una pared lateral del Palazzio Ducale (la que da al Rio di Palazzo, en frente del Ponte dei Sospiri) y una vez me aseguré de que la cuerda se había fijado bien, me lancé por ella. Unos centímetros más abajo y me hubiera mojado los pies. Empecé a subir por ella con cuidado. Cuando llegué a la altura de la galería del primer piso, me paré y observé. Es un pasillo exterior bien iluminado y rodeado de una columnata con arcos lobulares rematada con óculos cuadrilobulados. Asomé la cabeza y comprobé que no había ningún guardia. Seguramente sería el cambio de vigilancia. Continué subiendo hasta el tejado. Este edificio tenía la forma ideal… La galería se podía ver por las fachadas principales. Tiene dos fachadas, una que da a la plaza y otra a la laguna de Venecia. También tiene un patio interno.
Pero a mí no me interesa el palacio, me interesa la basílica. Recogí la cuerda y cruce el tejado de las fachadas lo más rápido que podía para que no me viesen los guardias. Cada vez que pasaba algún guardia debía agacharme. Pensé que necesitaría una ballesta más adelante para lanzar el gancho de la cuerda más lejos. Dejé el gancho en una zona del tejado y me deslicé rápido por la cuerda hasta llegar al patio interior del palacio donde había algunos guardias.
Según la información de algunos mercaderes de familia media, los guardias se diferencian entre los que llevaban mosquetes y los que llevaban un revolver. Ambos grupos llevaban espada, debido a que tanto revolver como mosquete tardaban en cargar y el enemigo tendría oportunidad de atacar o escapar. La espada iba bien si el enemigo atacaba. Pero si tenía planeado huir era conveniente tener a un grupo de arqueros o ballesteros. Además de los guardias y los arqueros había lanceros, pero ellos ya tenían una función más defensiva. Mi actual objetivo era ir a algún punto de mira de algún ballestero y robarle la ballesta. Tenía que ir con cuidado ya que si dejaba alguna evidencia algún guardia podría dar un disparo de alerta. Y los disparos eran realmente ruidosos.
Había un par de guardias en la galería superior cerca de la Scala del Giganti, y parecía tener suerte, eran un ballestero y un lancero. Hablaban en susurros mientras paseaban. Entonces fui por la galería inferior del patio escondiéndome detrás de la columna por si veía o escuchaba a algún guardia acercarse. Me acerqué a la gran escalera decorada con unas estatuas de los dioses romanos Neptuno y Marte. Estuve más afortunada aún, cuando el lancero bajo por las escaleras y el ballestero se quedó en la galería superior. Aproveche ese momento para subir por la pared de la escalera apoyándome en los salientes de ésta. Subí con precaución y observe al lancero, ni se inmutó de mi presencia. El ballestero estaba de espaldas, miré de que no hubiera ningún otro guardia cercano y me acerqué sigilosamente por detrás suyo. Le di un golpe seco en la nuca y lo dejé inconsciente. Lo apoyé en una esquina de pié como si estuviera vigilando y le quité la ballesta. La verdad, es que me costó, el hombre pesaba bastante.
Me fui del palacio por el mismo sitio y con el mismo cuidado con el que vine. Por suerte ningún guardia había notado la cuerda. Me coloqué la ballesta en la espalda (tenía una cinta para poder hacerlo) y subí otra vez al tejado. Volví a recoger la cuerda y fui por el tejado de las fachadas exteriores dirección a la basílica. Al correr sin querer tropecé con una teja. Salté haciendo una acrobacia. Que casualidad. Saltar por el tejado con la capa moviéndose al viento, el sonido de los cascabeles de mi capucha y las botas, los bordes dorados de la máscara que relucían con la luz plateada de la luna y una silueta negra rodeada por la hermosa y blanca luna llena. Parecía una hermosa bailarina con un fondo oscuro y estrellado y un gran foco plateado bañándome en luz en un teatro sin techo, sin paredes… pero que triste… sin un público que pudiera observar a tal belleza solitaria. Pensar eso en unos segundos suspendidos en el aire. Tal descripción vagaba en mi mente mientras me apresuré a llegar a la esquina del tejado, la parte más cercana a al basílica.

*****

Espero que os guste ^^

PD: Leonard me alegro de que te guste Alone ^^ Me das ánimos para continuarla *O*

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