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Cerezo & Dragón cap 1
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Bienvenidos 8D

Las historias que subo al blog son inventadas y escritas por mí.
Si existe alguna coincidencia con otras historias, es pura casualidad.
Espero que les gusten.
Comentad por favor.

2009/12/23

Cerezo & Dragón (Prólogo, Segunda Parte)

Mientras tanto, en el reino de Kirss se disputaba por el futuro de la princesa Lill. El reino de Järv tomaría como venganza matar a la princesa, que era la prometida del príncipe de Kõrb, por lo tanto se decidió que sellar su poder y exiliarla a la tierra sería la mejor opción.
Así pues la princesa partió hacia el templo principal del país que estaba aislado en Püha, una zona montañosa con un profundo bosque en el valle. Allí vivía la gobernadora, la única Kirss en los tres reinos que no tenía pareja. Una vez allí se abriría el único portal oficial que llevaba a Sinine. La princesa, de nombre Lill, no iba sola. Estaba acompañada por la sacerdotisa que la crió y su marido, un dragón que trabajaba como guardaespaldas para protegerlas del posible peligro. La intención de los consejeros llevar a Sinine a las tres personas. Pero el camino era difícil. Y quién sabe si la niña llegaría a salvo. Podrían matar a su prometido, el príncipe Sinine Kuma, y ella dejaría de “florecer”. Debían darse prisa.
La mujer corría y corría tanto como sus pies se lo permitían. Cogida de la mano de la mujer, una niña, de unos cuatro años intentaba seguir su ritmo. Ambas mirando al suelo, para no tropezar. Sus respiraciones agitadas y sus caras de terror lo decían todo. Las perseguían. Por lo visto, el hombre que las defendió murió en combate. Nelgi lo sabía perfectamente. Su figurita de jade en forma de dragón lo decía todo. Era negra. Unas lágrimas como perlas blancas cayeron de sus ojos. La mujer quería gritar, quería llorar, matar a quién provocó la muerte de su marido. Pero no podía. Tenía una misión y debía cumplirla a toda costa. Tenía que llevar a la pequeña Lill al templo de Püha. Faltaba poco, tenían la sierra en frente. Pero todavía quedaba la subida. La mujer iba dejando un rastro de sangre por el camino. Sus pies estaban llenos de heridas porque iba descalza. Le dejó su calzado a la niña. Optó por dejar el estrecho sendero que llevaba al templo. Se adentró al bosque y se puso la capucha de su vestido para protegerse un poco la cabeza de las ramas bajas de los árboles.
–Tía Nelgi, ¿Por qué salimos del camino? ¿Falta mucho? Estoy cansada y me duelen mucho los pies. –La niña empezó a llorar. –¿Por qué huimos? ¿A dónde vamos? ¿Acaso hice algo malo? Perdona tía Nelgi, por favor no te enfades. ¿Y papá y mamá? ¿Por qué no vienen con nosotros?
–No estoy enfadada contigo. Así que deja de llorar. ¿vale? Papá y mamá no pueden venir, por eso te acompaño yo… Eres una niña muy valiente. ¿Sabías que las niñas valientes no lloran nunca? –La mujer se calló. Se seco las lágrimas, pero estas volvieron a salir. No sólo lloraba por ella y su recién difunto marido. Lloraba por el destino de la niña. No sabía si la podría salvar.
–Entonces, ¿Tu no eres valiente tía Nelgi? Estás llorando.
–No, no soy valiente. Soy una cobarde.
–Entonces yo tampoco soy… valiente… lo siento tía Nelgi, pero… no puedo parar… de llorar.
Ambas volvieron a llorar. Sus lágrimas no se detenían, al igual que ellas, que no dejaban de correr para salvar, por lo menos, la vida de la pequeña Lill.
El camino era empinado. Se encontraron de repente con un riachuelo, eso significaba que estaban cerca de la entrada. Ambas estaban tan cansadas que ya no podían correr, pero su paso no era lento. Después de atravesar unos arbustos, se encontraron con las escaleras que llevaban al templo. Empezaron a subir por los fríos escalones de piedra. Y allí arriba se podía ver la figura de una mujer. Llevaba el mismo atuendo que ellas a diferencia de que el suyo no estaba ni roto ni sucio. Tenía el cabello negro y las luces del cielo daban un toque rojizo a sus ojos plateados. Unas lágrimas de felicidad recorrieron el bello rostro de la mujer y esta habló.
–Llegasteis sanas, no sabéis cuanto me alegro por vosotras. –Su voz era suave y se mantenía firme pese a sus ganas de llorar. No podía ver su reino en ese estado. La entrada del templo estaba situada en lo alto de una montaña que no alcanzaba ni por asombro a las que tenía detrás, pero era los suficientemente alta para poder observar el escenario de la guerra. El eco de los gritos de la gente resonaba entre esa sierra, el humo procedente de pueblos incendiados cubría el valle y los dragones sobrevolaban el cielo, pasando de largo del templo, que por alguna razón no se acercaban. La mujer y la niña temblaban por el horror que sus ojos podían ver. Nelgi se acercó a la Gran Sacerdotisa y se arrodilló en el suelo.
–Por favor, se lo suplico Gran Sacerdotisa… Salva a la niña.
–No se preocupe, cuando recibí la súplica de los reyes, ideé un plan para salvarla. –La Gran Sacerdotisa se arrodilló y le levantó el rostro a Nelgi. –Incluso en Sinine, me aseguraré de proteger su vida.
Una triste sonrisa se dibujó en el rostro de ambas. Nelgi sabía lo que le pediría y estaba dispuesta a hacerlo. Lill se mantenía a su lado, su pequeña cara aún tapada por la capucha del vestido ya no expresaba sentimientos, no tenía fuerzas ni para llorar. La Gran Sacerdotisa se puso de pie de nuevo.
–¡Kaer!¡Araceae! –Nada más gritar esos nombres, dos niñas de unos siete años cogidas de la mano aparecieron detrás de la mujer. Eran unas Kirss gemelas, algo poco común, y además no llevaban el típico atuendo de estas. Una llevaba una camisa de color azul, una chaqueta deportiva azul oscuro, unos pantalones negros. Llevaba deportivas negras también. La otra llevaba un vestido de color verde pálido, un chal de lana verde oscuro, calcetines a rayas ocres y verde oscuro hasta la rodilla y unos zapatos marrón oscuro. –Nelgi, estás chicas te ayudarán en la misión. Son huérfanas y yo las crié. Son muy jóvenes pero están entrenadas y son inteligentes. Estarán dispuestas a morir para que este reino tenga un futuro. –La mujer las miró. –Ya sabéis lo que tenéis que hacer. –Las dos gemelas se miraron, su rostro se volvió triste y no hablaron. Se dijeron un “hasta pronto” con la mirada, pero ambas sabían que necesitarían mucha suerte para volver a encontrarse.
Nelgi vio alejarse una de las gemelas, la del vestido que cogió la mano de la pequeña Lill y se fue hacia el interior del edificio.
–¿Tía Nelgi no viene con nosotras?
–Ella vendrá después, princesa. Nos tenemos que adelantar. –Cruzaron un patio lleno de bultos y entraron en una sala que daba a una caverna. Esta tenía una pequeña laguna en el centro. Parecía un espejo. En ella se reflejaba un lugar jamás visto por Lill. Un lugar lleno de edificios de piedra muy altos, pequeñas extensiones de bosque dispersas y una torre de metal rojiza. Había poca luz y llovía mucho.
–¿Qué es ese lugar? ¿Iremos ahí? –Preguntó la niña algo asombrada.
–Eso es la ciudad de Tokio. Ese reino está en Sinine y se llama Japón. Es más seguro que el nuestro actualmente, así que viviremos allí. –La laguna empezó a brillar, y una oleada de viento cálido mezclado con pétalos de flores de cerezo salió del interior. Kaer cogió en brazos a Lill y se lanzaron al vacío, siendo empapadas por la lluvia.

En la entrada del templo la otra gemela se acercó a Nelgi y le dio unos cuchillos muy afilados.
–Tenemos que aguantar hasta que mi hermana, Kaer, y la princesa se hayan ido. Nosotras haremos de cebo. –Una mirada de decisión apareció en el rostro de ambas. –Adiós, madre.
–Araceae… –Nuevas lágrimas aparecieron en el rostro de la mujer. –No digas eso. Tengo la esperanza de que nos volveremos a ver, así que cuídate. Hasta pronto. –La chica sonrió amargamente.
–Adiós Gran Sacerdotisa y gracias por todo.
Nelgi y Araceae dieron media vuelta y bajaron las escaleras. Se adentraron en el bosque por un lado. La niña sacó de su bolsa un atuendo de las sacerdotisas algo desgastado y se lo puso por encima. Llegaron abajo y esperaron hasta que se pudieron oír los cascos de caballos cabalgar. Salieron de la espesura y empezaron a correr dirección al templo de nuevo. Los caballeros del reino de Järv eran humanos pero iban armados con lanzas y espadas y había un par de arqueros que apuntaban sus flechas hacia ellas. Una de ellas dio en un hombro a Araceae e hirieron a Nelgi en el muslo derecho. La mujer calló pero no chilló. Esperó. Esperó a tener a un humano cerca y le degolló con uno de los cuchillos que la niña le prestó.
–¡Es una trampa! No son e-… –No dio tiempo a dar la alarma a sus compañeros, pues Araceae se lanzó hacia él y le rompió el cuello. Se arrancó la flecha de su hombro. Y fue a atender a la mujer tumbada en las escaleras. Los hombres se dieron cuenta y lanzaron sus lanzas pero aunque Nelgi estaba herida no dejaba de ser una Kirss y entonces creó un escudo mágico que las protegió del ataque. Los hombres atemorizados porque no podían contra seres no humanos desmontaron de sus caballos y temblando corrieron hacia ellas con las espadas y dagas en mano. Araceae se levantó y luchó cuerpo a cuerpo con ellos. No quiero gastar mi energía con ellos, la usaré para curarnos, pensó. Algunos cayeron al suelo ante las patadas, puñetazos y cuchilladas de la pequeña. Temblando de miedo, el resto de hombres huyeron pero a los pocos metros fueron sorprendidos por un dragón de color miel. Éste se lanzó contra ellos y de un mordisco los mató, atravesando sus armaduras.
Ahora que habían acabado con los perseguidores podían ir con la princesa y la otra gemela. Nelgi se esforzó al máximo para subir las escaleras, pero había perdido mucha sangre. Se giró para pedir ayuda a la niña, pero esta estaba paralizada frente al dragón. Ese dragón era un Kurat. Su gema negra relucía su cuerpo brillaba y sus gigantescas alas eran envueltas por un halo de electricidad. Enormes relámpagos salieron de sus alas quemando parte del bosque. Uno de esos ataques iba dirigido hacia la chiquilla pero Nelgi llegó a tiempo para apartarla. Cayeron en el suelo, y sus heridas se hicieron más grandes. Maldita sea, pensó la mujer. Se levantó como pudo. Araceae salió de su shock, era la primera vez que veía a un Kurat y estaba asustada. Nelgi acumuló energía entre sus manos y lanzó una bola de fuego. Le dio de pleno en la cara. Éste se enfadó y abrió la boca para cogerla de un mordisco. Nelgi no pudo esquivar el ataque. Las fuertes mandíbulas del Kurat destrozaron su cuerpo. La gema de la mujer cayó al suelo y se hizo pedazos. La chica, tumbada en el suelo y con la mano en su herida del hombro gritó horrorizada. Era valiente, pero no dejaba de ser una niña. El dragón tenía el morro cubierto de sangre.
–Nelgi… Nelgi… perdona fue culpa mía… –Lloraba llena de odio hacia si misma, por su culpa, Nelgi murió. El Kurat estaba a punto de lanzar su segundo ataque dirigido a la niña delante suyo, pero parecía que el destino le preparaba otra cosa a Araceae. Un dragón más pequeño, de color azul, se lanzó hacia él, lo congeló y aprovechó esa inmovilidad para decapitarle. La sangre salió a chorros empapando a la chiquilla. Al parecer, ese dragón no era un Kurat y algo sorprendente sucedió. El dragón volvió a su forma humanoide. ¿Un niño? Pensó la chica aún sin creérselo. Seguro que el susto y la tristeza de la muerte de Nelgi la había afectado emocionalmente. Era imposible que una cría de dragón acabara con un Kurat de ese tamaño. Observó bien al chaval. No era un dragón cualquiera, éste tenía una joya especial. Un Zafiro cubierta por cristales de Aguamarina en forma de pétalos. Y sólo existía un dragón con esas características, la Gran Sacerdotisa se lo dijo, era el príncipe heredero de Kõrb, Sinine Kuma, que a su escasa edad de cinco años será coronado por la muerte de su padre, rey de Kõrb.
–¿Dónde se encuentra mi prometida? –El chico habló. Su voz era algo aguda todavía, pero era firme y severa. Araceae se armó de valor para responderle.
–En un lugar seguro al cual tú no puedes acceder.
–Si no tienes intención de decírmelo, muérete.
–No conseguirás llegar si me matas, ni la Gran Sacerdotisa lo sabe. –Se quería aferrar a la vida costara lo que costara. Quería vengar a Nelgi, decir hola a su madre y volver a ver a su hermana Kaer.
–Entonces te convertirás en mi rehén.
–Ni en tus sueños. –La chica se levantó y corrió hacia el chico. Armó su daga y le atacó, pero el chico fue más rápido, le cogió por el brazo herido y le desarmó. –¡Aaaarg!
–¿Duele? –El niño rió y lamió la herida.
–¿Qué haces? Suéltame. –Forcejeó un poco pero estaba cansada y herida.
–Si continúas así, morirás. Ahora dime dónde se encuentra mi prometida.
–Aunque te lo diga no podrás ir, sin el consentimiento de la Gran Sacerdotisa, no llegarás a ella nunca. –Rió victoriosamente aunque la situación no fuese favorable para ella.
–Hija de… -Fue interrumpido.
–Que príncipe más educado… ¿Y tu te convertirás en rey, enano? No me hagas reír... ¡Arg! –El chico apretó más su agarre como muestra de enfado. –Hagamos un trato…
–¿Un trato? No me gustan los tratos…
–Pues éste si te gustará… La princesa se encuentra en Sinine, mi hermana la está protegiendo… Y allí se quedará hasta que todo vuelva a la normalidad…
–Si se encuentra en Sinine no necesito de tu ayuda.
–Ya deberías saber que el portal se abre cada vez que hay un eclipse lunar y eso no es muy corriente en nuestro mundo. Pasarán años hasta que llegues a Sinine y aún más hasta que la encuentres aún si eres su prometido, chaval. –Tragó saliva. Le costaba hablar con esa herida cercana al pulmón. Kuma aflojó un poco su agarre. –Pero yo soy la única que queda con vida que sabe el lugar exacto donde se encuentra la princesa. Hasta entonces, déjame con vida.
–Muy bien, no me gusta perder el tiempo… vendrás a Leegid conmigo.
–¿Leegid? ¿Por qué?
–Si quieres vivir tendrás que ganarte la vida. Te convertirás en mi espía personal. Júrame lealtad. Con un pacto de sangre
–… Está bien… –Alzó su mano manchada de sangre y acarició el colgante de Kuma. Éste absorbió la sangre.
–Ahora, si me traicionas, morirás… chavala.
–Me llamo Araceae.
–Y yo Sinine Kuma, no chaval o mocoso.
–Te llamaré Kuma.
–Insolente. –Soltó su agarre y empezaron a andar, dirección Leegid, capital de Kõrb. Les esperaba un largo camino.

Salieron del estanque a duras penas. Era de día, pero el cielo estaba oscuro. Que contradictorio comparado con el cielo de Täth, su mundo. Ambas estaban empapadas y tenían frío. Si Kaer no hacia algo la princesa cogería una pulmonía. Fue entonces cuando algo extraño pasó. Se recostaron en el tronco de un árbol. Y de éste caían, a pesar de ser todavía invierno, pétales de flores de cerezo. Un cerezo que antes no estaba ahí. A Kaer se le paró el corazón y unas lágrimas como perlas salieron de sus ojos. Por favor, que no sea Araceae, pensó angustiada. Al mismo tiempo la pequeña Lill también suplicó, pero no por Araceae, sino por Nelgi. Y es que, cuando una Kirss muere, un cerezo en flor aparece en Sinine, sea o no la temporada. Kaer se levantó para observar el lugar, miró alrededor y observó unas escaleras que subían una pequeña colina. Arriba se podían observar muchos cerezos sin hoja. Era finales de invierno, pero todavía no florecían los cerezos.
–Era un cementerio… –Susurró. Lo que había en el patio interior del templo era un cementerio. Lill también se levantó y rompió a llorar.
–Vamos, vamos Lill… –Se escuchó una voz que venía del cielo. –Tú eres una niña muy valiente. ¿Sabías que las niñas valientes no lloran nunca?
–¿Tía Nelgi? ¿Estás ahí? ¿Tía Nelgi?
–Sí, estoy aquí y siempre lo estaré. Así que deja de llorar ¿vale? –Una corriente de aire cálido mezclado con pétalos de cerezo envolvió a las dos niñas, el mismo aire que en la caverna. –Ahora es hora de dormir, Lill… Dulces sueños… Kaer, protégela, como si fuera tu hermana, por favor… –El susurro cesó. Lill se desmayó, con lágrimas en los ojos, pero Kaer la sujetó. Cogió en brazos a la niña y se acurrucó al pie del tronco del árbol. Y habló al aire.
–Araceae, si este cerezo es Nelgi, ¿por qué no has venido aún? Sé que estás viva, ¿Pero dónde estás? Espero que… estés bien. –Usó su magia para calentar a ambas y rezó por su hermana. Lloró hasta caer dormida junto con la Lill en el regazo del cerezo.

*****

PD: Espero que os guste... T_T Me dió pena matar a Nelgi... Fui cruel? ;A;
Y para las de NC... sabéis quien es ese dragoncito azul? ¬w¬ jejeje...

5 comentarios:

Mirella dijo...

Si yo se quien es el dragoncito azul *¬*

Ejejeee... Zafiro y aguamarina.. Como para no saberlo *¬*

Uhmm... Me gusta hasta el momento.. Dios eres una sadica... Pobre Araceae... Que apreton le da el enano ese (ya se pero es que ahi es un enano xD) y si.. ERes muy cruel cargandote a Nelgi... Aunque bueno... Era necesario jum!!!


Quiero ver como sigue esta historia :D

Paige dijo...

Que mal....mataste a Nelgi...pobre Lill....

*¬*...Ya aparecio el dragoncito azul....algo arrogante,pero me cae bien ^^

Por favor sigue con la historia...esta muy interesante =D

xisca dijo...

ahhhh!!!!!!! lo del dragon azul me suena...pero no lo recuerdo!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
que estres.....

Esta segunda parte me ha encantado ^^
la historia ha transcurrido muy deprisa, pero creo que no me he perdido por el camino XD

sigue asi ^^

Mirella dijo...

Ciertamente ya tienes un comentario, pero yo te pongo otro para alegrarte la mañana/tarde/noche

ADORO TUS ESCRITOS!!! Me vuelven loquita perdida ya quiero ver mas capis eh eh eh? Tengo adicción!! *-* *como posesa* tus historias son mi droga *se pincha imaginariamente tus relatos intravenosa* wejejee *¬* <<- profundamente pirada

Alessica dijo...

Oh o.o Me encanto la historia.....como lo la habia leido antes?Definitivamente me tienes que decir cada vez que hagas algo por que con lo distraida que soy ni me doy cuenta.

No se quien es el dragancito azul......u.u Mi mente solo sirve para delirar mas no para pensar